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Del Japón más puro al corazón de Barcelona: así es el nuevo Fukamura

  • Foto del escritor: Wen Posada
    Wen Posada
  • 16 may
  • 2 Min. de lectura

Después de años como una taberna japonesa de culto (ese tipo de lugar que solo recomiendas a tus mejores amigos), Fukamura se reinventa y sube de nivel: ahora es un exclusivo templo del Sushi Omakase. ¿El chef? Daisuke Fukamura, una auténtica leyenda del cuchillo japonés, que ahora cocina como siempre soñó: sin carta, sin prisas y con sake premium que te hace ver fuegos artificiales.

Después de años como una taberna japonesa de culto (ese tipo de lugar que solo recomiendas a tus mejores amigos), Fukamura se reinventa y sube de nivel: ahora es un exclusivo templo del Sushi Omakase. ¿El chef? Daisuke Fukamura, una auténtica leyenda del cuchillo japonés, que ahora cocina como siempre soñó: sin carta, sin prisas y con sake premium que te hace ver fuegos artificiales.

En una esquina discreta de la calle Còrsega, en pleno Eixample, Fukamura lleva años siendo ese sitio “de confianza” donde los fans del sushi puro y duro se daban el gusto. Una taberna pequeña, acogedora, con precios justos y producto de escándalo. Pero ahora... ¡boom! Cambia de piel y se convierte en un lugar para los que quieren vivir el sushi como una experiencia única. Menú Omakase, barra íntima, y una conexión brutal entre Japón y Cataluña.


Después de años como una taberna japonesa de culto (ese tipo de lugar que solo recomiendas a tus mejores amigos), Fukamura se reinventa y sube de nivel: ahora es un exclusivo templo del Sushi Omakase. ¿El chef? Daisuke Fukamura, una auténtica leyenda del cuchillo japonés, que ahora cocina como siempre soñó: sin carta, sin prisas y con sake premium que te hace ver fuegos artificiales.

Daisuke Fukamura: del Tokyo clásico al olimpo del sushi catalán

Daisuke aprendió los secretos del sushi en el tradicional barrio de Asakusa, en Tokyo, donde el sushi se hace con respeto y precisión milimétrica. Su formación en Asakusa Sushi Sei (¡más de 140 años de historia!) le dio la base. Luego aterrizó en Barcelona, trabajó en sitios top como Koy Shunka (sí, el japonés con estrella Michelin), Espai Kru y Shibui (el favorito de los futbolistas del Barça ). Su cocina mezcla técnica japonesa old-school con una sensibilidad propia que va directo al corazón... y al paladar.



Después de años como una taberna japonesa de culto (ese tipo de lugar que solo recomiendas a tus mejores amigos), Fukamura se reinventa y sube de nivel: ahora es un exclusivo templo del Sushi Omakase. ¿El chef? Daisuke Fukamura, una auténtica leyenda del cuchillo japonés, que ahora cocina como siempre soñó: sin carta, sin prisas y con sake premium que te hace ver fuegos artificiales.

Una barra, siete plazas, y un viaje de sabores

Olvídate del menú a la carta. Aquí mandan la intuición del chef y la temporada. Fukamura propone un viaje gastronómico de esos que no se olvidan, en una barra para solo siete personas. Cada pieza de sushi se prepara al momento, cada sorbo de sake tiene su historia, y cada caldo (como el ichiban dashi, hecho con alga kombu y katsuobushi) te reconcilia con la vida.

A destacar: los maridajes creados junto a Roger Ortuño, experto en sake y gastronomía nipona, que aportan un nivel extra de magia líquida a cada plato.



Después de años como una taberna japonesa de culto (ese tipo de lugar que solo recomiendas a tus mejores amigos), Fukamura se reinventa y sube de nivel: ahora es un exclusivo templo del Sushi Omakase. ¿El chef? Daisuke Fukamura, una auténtica leyenda del cuchillo japonés, que ahora cocina como siempre soñó: sin carta, sin prisas y con sake premium que te hace ver fuegos artificiales.

Minimalismo zen con sabor local

El nuevo espacio es pura calma: luces suaves, madera natural, acero, cemento y una atmósfera tan japonesa que parece que estés en Kyoto, pero con pescado del Mediterráneo y verduras de aquí. La reforma, a cargo del estudio Salvà Ortín Arquitectes, ha logrado algo casi místico: que la barra sea el epicentro de todo, como un pequeño escenario donde ocurre un espectáculo gastronómico silencioso pero inolvidable.

“No quiero impresionar, quiero emocionar. Cada ingrediente debe tener un propósito”, dice el chef.Y sí, se nota.

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